Cuando se produce un incendio, hay una serie de condicionantes que pueden afectar a la propagación y por ello debemos conocerlos. El calor generado en un incendio puede transmitirse de 3 formas:
Convección: la transmisión del calor se produce a través del movimiento del humo, gases, aire y partículas calientes. El humo y los gases calientes tienden a subir. El aire cercano al fuego se calienta y también sube, al ascender transporta ascuas y partículas calientes lejos del incendio. A medida que estos gases y sólidos calientes se alejan, el aire más frío se vuelve hacia el fuego. Esto genera corrientes que aceleran el proceso de convección, que, a su vez, se va acelerando al aumentar la velocidad de combustión.
Conducción: Es la transmisión del calor a través de un sólido. Los objetos metálicos, tales como vigas, columnas, tuberías, clavos y cables son excelentes conductores del calor.
Radiación: El calor transmitido por radiación no precisa de un medio material como vehículo. Todos los materiales radian energía calorífica en forma de ondas electromagnéticas. Cuando esta energía incide sobre otro cuerpo, puede ser parcialmente reflejada, transmitida o absorbida. La energía absorbida es la que se manifiesta en forma de calor en el cuerpo.
En la primera fase de un incendio, el calor se transmite por radiación y sólo una pequeña parte del calor es transmitida por convección. Esta fase afecta principalmente al contenido del recinto. A medida que el incendio se desarrolla, el calor transmitido por radiación va disminuyendo y aumenta el calor por convección. Sólo una pequeña parte del calor se transmite por conducción entre los elementos metálicos presentes en el escenario del incendio.
Una vez alcanzada la fase de total desarrollo del incendio, se inicia el proceso de propagación del fuego al resto de la edificación. Normalmente el fuego se propaga por acción de los mecanismos de convección y radiación térmica originados por las llamas, también por contacto o radiación directa a otros productos o elementos constructivos.
El movimiento del fuego y los humos durante un incendio depende en gran medida de la geometría del edificio y de las potenciales rutas que constituyen elementos como: puertas y ventanas, conductos de ventilación, cavidades entre los elementos constructivos, cajas de escaleras, espacios ocultos sobre los falsos techos, etc.
Por otro lado, para que el incendio se propague y evolucione se debe disponer de calor, combustible, comburente y producirse la reacción en cadena, es decir, el tetraedro del fuego. Ante la ausencia de cualquiera de estos elementos el fuego se extingue.
Por tanto y a la vista de la información anterior, los factores que pueden afectar a la propagación serán los siguientes:
- Concentración de comburente/combustible.
- Superficie especifica expuesta al ataque del fuego.
- Condiciones de entorno y geometría del escenario.
- Condiciones climatológicas.
- Tamaño, número y distribución de los huecos (aberturas) de ventilación.
- Propiedades térmicas de los cerramientos del recinto.
- Tamaño, composición y localización de las fuentes de combustible que se incendian en primer lugar.
- Disponibilidad y ubicación de fuentes de combustible adicionales.
- Correcto funcionamiento de las medidas de protección activa y pasiva del recinto.
Un incendio es un fenómeno muy complejo y que se ve afectado por un gran número de factores. De hecho, los incendios desarrollados nunca pueden ser simulados, debido a la gran cantidad de parámetros que influye en un incendio. Por ello, todavía no se ha encontrado un programa de simulación perfecto.